-Problem, problem !! -Nos dice el aduanero turkmen
tras un minuto examinando los papeles del coche. Les encanta esa palabra tanto como a
nosotros nos irrita. Mal empezamos.
-¿Qué pasa? -Le pregunto con aire de ingenuidad, aunque ya sabíamos
por donde iba. El permiso de circulación turkmen de nuestro todo terreno ponía que
saldríamos por Konye Urgench (más al norte) pero estábamos intentando salir por
Tashauz. En la aduana de Baridjan no supieron decirnos qué fronteras estaban abiertas a
los extranjeros pero lo que sí nos aseguraron fue que, si estaba abierta, podríamos
salir por una frontera "anterior" a la que figura en el permiso de circulación,
que no tendríamos problemas en ese aspecto. (Lo dijo muy clarito: "No problem".
¡Cómo nos gusta ese "no" ahí delante!). Por eso pusimos la más alejada, así
teníamos más puntos donde elegir si en alguno nos echaban para atrás. Pero también
sabíamos que aquí se agarran a un clavo ardiendo con tal de sacar tajada.
-No pueden salir por aquí, tienen que ir a Konye Urgench. -Nos dijo en
un inglés dubitativo, sabiendo que era una paliza ir hasta allí ahora.
-En la aduana de Baridjan nos dijeron que siempre que estuviésemos
dentro de la ruta marcada podíamos salir por donde quisiésemos. -Le contesto.
-Se equivocan. Hay que salir por la frontera marcada. -Prosigue el
funcionario turkmen. No nos podemos plantar ni exigir legalidad en estos países, hay que
ser muy suave y seguir el juego aunque sepamos que lo que cuentan es mentira. Como un
aduanero se cierre en banda, esa aduana no la cruza ni San Pedro.
Ahora comienza la partida. Primero te ponen el problema ellos mismos y
luego empezarán dando "soluciones". Nos obliga a seguirlo a su despacho, donde
nos quedamos los tres a solas. Allí no se anda con rodeos.
-Money, money ! Twenty dolars and no problem! -Exclamó, al tiempo que
hacía el gesto internacionalmente conocido de frotarse los dedos pulgar e índice para
indicar dinero, dinero. Vaya con los aduaneros, no se cortan ni un pelo, parece que en
estos países la tarifa extraoficial de los veinte dólares (3.200 pts.) es una fijación.
Con la mejor de nuestras sonrisas y con gestos de sorprendidos, le decimos que no tenemos
dinero en efectivo, que necesitamos un banco para poder conseguir dinero. Pero no se baja
del burro. Y la misma cantinela. Sacamos la tarjeta de crédito, los traveller checks y
algunos billetes de 1.000 pts. y le hacemos comprender que viajamos con eso. No le hace
gracia, frunce el ceño. Es nuestro turno de "ofrecer soluciones". Le sonreímos
de nuevo y le hacemos el signo de esperar un momento. Volvemos a los 30 segundos con
"gadgets" de promoción de los patrocinadores: un par de bolígrafos, un
portaminas, unos juegos para niños, pegatinas y unos pins. Para él, para su mujer, para
sus niños, ...le íbamos diciendo. ¡Le gustaron las cosas! Cambia de cara, nos sonríe .
-OK ! -Nos dice. La partida ha terminado. Sella todo y dice que nos
levanten la barrera. El coche ni lo miran, van a lo que van.
Y ahora ... los aduaneros uzbekos. Los de peor fama de toda Asia
Central pero la suerte nos sonríe. Es una frontera muy pequeña y todo resultó fácil y
rápido. Mientras yo le mostraba los papeles del coche a uno de los aduaneros, Marián se
encargaba de los pasaportes con otro funcionario que al final le quería hacer entender
que quería una propina por escribir los nombres en el libro de registro. Pero Marián se
hacía la ingenua y le dijo que si no hablaba inglés no entendía que quería decir. No
siguieron insistiendo, todos eran muy jóvenes e "inexpertos". No hubo más
sangría ni intentos de chantaje por esta vez. Ya estamos en Uzbekistán.
UN NIDO DE BANDIDOS
El desierto de Kara-Kum, el río Amu Darya y los campos de algodón no
necesitan visados ni entienden de fronteras. Todos ellos extienden su presencia a ambos
lados, sin distinguir banderas ni uniformes.
La estética de las poblaciones que vamos cruzando dirigiéndonos hacia
Khiva siguen la misma pauta soviética de siempre: impersonales, frías y sin interés.
Pero Khiva ... es distinta. Es historia, es belleza, es magia.
Llegamos a Khiva, nos adentramos por el bazar y seguimos la marea
humana que se mueve por los callejones como las aguas de un estuario. Vendedores y
compradores se mezclan entre sí. Cada callejón o ramal tiene su especialidad:
ferretería, alfombras, verduras, frutas, hierbas aromáticas, utensilios de cocina...
columnas de humo procedentes de los puestos de pinchitos nos señalan la hora de la
comida. La gente es seria, distante, los niños asfixiantes y por fin dejamos atrás el
bullicio para adentrarnos en el casco antiguo de Khiva.
Unas enorme murallas envuelven a la ciudad. Cuatro puertas de entrada
permiten el acceso. La puerta del Este, la Saraïbazar Darvaza nos adentra por las calles
de tierra batida, nos encontramos sumergidos en un enorme museo al aire libre. No tiene
nada que ver con la vida que a las afueras de sus murallas se desarrolla. Todo está
demasiado limpio, demasiado ordenado, cada cosa en su sitio, no existe el bullicio... en
los años 70 y 80 los soviéticos llevaron a cabo un plan de restauración de la vieja
ciudad y la dejaron "a estrenar". Un trabajo muy bien realizado, una obra de
arte realmente remarcable porque dejaron el "sabor" y las
"sensaciones" del pasado.
El Antiguo Testamento nos aporta una historia sobre sus orígenes. Sem,
uno de los hijos de Noé, vagando con su tribu por el desierto descubrió un pozo de agua
potable y ahí nació la ciudad de Khiva. Pero con el tiempo se transformó en un nido de
contrabandistas que atacaban a las caravanas que recorrían la Ruta de la Seda. Era un
lugar apartado, aislado y mientras la imperial Konye-Urgench era el corazón del imperio
Khorems, Khiva no era nada. Fue a partir del s.XVII cuando se enriqueció gracias al
comercio de esclavos, principalmente rusos (¡Qué vueltas da la vida!). Los relatos que
viajeros de la época como el húngaro Arminius Vambéry (s.XIX) o el capitán ruso
Nikolai Muraviev (s.XIX) son espeluznantes. Pues las leyes que impartía el khan que
gobernaba Khiva estaban basadas en el terror. Era un mundo aparte, un infierno terrenal.
Nos movemos entre los destellantes brillos turquesas y esmeraldas de
los azulejos y el pardo mate del adobe, los muros son como fragmentos de desierto
solidificado y los minaretes y cúpulas partículas de cielo que se posaron en Khiva.
Asciendo por los 118 prominentes escalones del angosto minarete de Islom-Huja (1.920) que
con sus 45 metros es el más alto de todos los que descrestan en la ciudad. Desde este
particular cielo de Khiva contemplo la ciudad antigua con mezquitas como la Juma con sus
218 columnas de madera labrada, medersas como la de Sherghozi Khan (s.XVIII) construida
por los esclavos que asesinaron a dicho khan, mausoleos de santos y profetas, palacios con
harenes como el de Tosh-Khovli... edificios coronados con cúpulas centelleantes y
espléndidos minaretes al más puro y hermoso estilo persa. Levanto la vista, miro el
horizonte por encima del cordón verde del oasis... de nuevo la nada, el imperturbable
vacío, la angustiosa soledad, la llanura de la muerte ... el desierto de Kara-Kum. Sus
arenas son como un ente agazapado que sitia la ciudad desde ... desde que nació, un
espejismo cruel que la mantuvo aislada del resto del mundo... martirizándola ... y
protegiéndola. Una historia de amor y odio.
EN EL SENO DEL DESIERTO
Pero el desierto seguía ahí fuera, paciente, esperando, como lo ha
hecho a lo largo de miles de años. Salimos del gran escenario de esta "Florencia de
Oriente", cruzamos el Amu Darya -la única espada que ha penetrado en las carnes del
Kara Kum- y comenzamos a filtrarnos en su despótico imperio.
Las poblaciones van desapareciendo como lo hace la vegetación y todo
rastro posible de vida. Después de muchos kilómetros recorridos, el horizonte tiene un
punto que rompe su perfección. El punto va creciendo a medida que nos acercamos hasta
convertirse en una "chaijana", casa de té. Las chaijana son una institución y
su presencia en esta parte remota del mundo es tan imprescindible como el aire que
respiran. Es donde se reúnen viejos y jóvenes a conversar bebiendo una tras otra las
tazas de té verde sobre las alfombras de la takhta. Allí el tiempo no pasa.
Isaac, un kazak, regenta este lugar en medio de la nada. Uno de sus
hijos aviva el fuego de las brasas del carbón sobre las que se están cocinando los
pinchos de cordero que hemos pedido. Un rústico horno de leña va cociendo nuestras dos
tortas de pan. Estamos sentados en el suelo de una especie de plataforma de madera
cubierta de una alfombra, en el centro hay una pequeña mesa baja rectangular, estamos en
una "takhta".
Nos traen el té en unos pequeños cuencos semiesféricos de porcelana,
Isaac se sienta a nuestro lado y charlamos con el idioma internacional del dibu-inglés,
un poquito de inglés ... y el resto se dibuja. Él, su mujer y sus seis hijos hace mucho
que dejaron su tierra natal, Kazajstán, y el espíritu nómada que de todos los kazaks
llevan en la sangre les trajo a estas arenas y ese mismo espíritu le ha hecho levantar
una yurta de cuero junto a su chaijana de madera. Llegan las brochetas, el pan recién
hecho y una nueva tetera de té verde. Levantamos la vista y el firmamento está
totalmente perforado por el pequeño brillo de infinitas estrellas. Nos sentimos bien.
Iniciamos la cena con la luz de las velas y los juguetones movimientos del centelleo de
las brasas nos captura la vista. Los demás viajeros que se han parado en la chaijana van
haciendo sus pedidos. Todo respira paz. Su local nos evoca los viejos caravanserais donde
los viajeros hacían alto para comer y dormir en sus largos trayectos por la ruta de la
Seda.
El té nos reconforta, las noches del desierto en otoño comienzan a
ser frías. Recordamos el asfixiante y bochornoso calor que pasamos cuando recorrimos los
desiertos del norte de África el pasado verano. Isaac quiere que nos quedemos pero no
puede ser, a veces no somos dueños de nuestro destino y hemos de tomar decisiones
contrarias a las que nos pide el corazón. El visado es demasiado corto y antes de
pernoctar tenemos que avanzar otros 200 km. para situarnos en las puertas de Bukhara.
También hay otro factor decisivo, tenemos que hacer otro enlace
satélite para recoger el e-mail, ¡estamos esperando un mensaje importantísimo! En Asia
Central estamos con los nervios de punta cada vez que desplegamos el sistema de
comunicaciones, hay tanta arbitrariedad y abuso de poder que no sabemos lo que podría
pasar si ven todo el equipo desplegado. El desierto es el lugar perfecto para comunicar.
Mañana entramos en áreas pobladas y el Kara-Kum es nuestra última oportunidad
"solitaria".
Isaac insiste en que nos quedemos, nos dice que no es prudente meterse
de noche en la carretera. "No good people dessert night", nos dice. "No hay
buena gente por la noche en el desierto" intentaba decirnos. Lo sabemos, viajar de
noche es lo peor que se puede hacer en esta parte del mundo, y más en un desierto, donde
no hay control de ningún tipo. El encuentro con bandidos es una lotería y a muy poca
gente le toca la lotería. ¡Mucha casualidad sería coger justo nosotros el
"premio"! La verdad es que nos preocupa más la corrupción de la policía y las
mafias que los propios bandidos. Siempre que hemos entrado en zonas de bandidos la
población nos da una información muy detallada, prácticamente actualizada al minuto y
cuando somos sus huéspedes nos arropan de todo. Pero ... ¿quién se puede proteger de la
policía? El sentimiento de indefensión es total.
Nos despedimos de él, de toda su familia y de los otros clientes, que
también se apuntaron al estrechamiento de manos. "Be careful", fueron las
últimas palabras que oímos de Issac. No te preocupes, lo tendremos, le contestamos
mentalmente.
La carretera está hecha polvo y no podemos correr mucho. Avanzamos 180
kilómetros, han pasado casi cuatro horas. Ningún incidente. Es hora de parar, encendemos
los cuatro faros auxiliares del coche para tener visión periférica de lo que tenemos
delante. Es el momento de los nervios. Tenemos que ser rápidos, no tenemos que señalar
nuestra posición. Los faros en movimiento no son un problema, a fin de cuentas es una
carretera y puede ser cualquiera, pero los faros parados es lo que nos delataría si
alguien "vigila" el desierto. Buscamos una hondonada en el terreno para
escondernos y montar campamento, nuestro campamento nómada. La noche está cerrada y el
Kara-Kum nos invita maliciosamente a pernoctar en su lecho. Nunca antes ha hecho mejor
justicia a su nombre el Desierto de las Arenas Negras (Kara-Kum) como en esta fría y
solitaria noche.
-Allí hay una depresión. -Me dice Marián, que escudriñaba el lado
derecho.
-¿Se puede entrar en ella sin problemas? -Le pregunto, yo no podía
mirar mucho, estaba esquivando lenguas de arena que se habían metido en la carretera.
-Yo creo que sí. Veo dos dunas entre las cuales podríamos
adentrarnos. -Me contesta rápidamente.
-Ya lo veo. Sí, por ahí nos podemos meter, la arena parece dura.
-Engrano la tracción 4x4 sin detenerme, paso a tercera y me adentro en la arena. Un poco
tenso porque no sabíamos la consistencia de la arena pero ... ¡era perfecta! Avanzamos
sin problemas hasta llegar a la depresión y nada más entrar apagamos todas las luces.
Ahora somos indetectables. El morro lo hemos dejado enfilado hacia la dirección de donde
provenimos, una precaución por si hay que salir "por patas".
Nos movemos rápido para realizar la conexión. Marián se encarga de
montar y orientar el teléfono Inmarsat Ibérica hacia el satélite IOR (Indian Oriental)
y yo voy configurando el ordenador dentro del coche, para que el resplandor de la pantalla
no nos delate. Recepción 100 %, ¡estupendo! Conectamos el cable al puerto auxiliar.
Doble clic en el icono "Conexión Ceuta", password introducido, clic en
conectar, el display del teléfono marca velocidad de 9600 ¡estupendo!. Un minuto y medio
de reconocimiento mutuo entre ordenadores y ...¡estamos conectados! Click en "Enviar
y recibir", las pantallas van saltando rápidamente: conectando, búsqueda de host,
conectado, recibiendo mensaje 1 de 10, recibiendo mensaje ... ¿Estará ahí lo que
estamos esperando desde hace tiempo?
-Sí, ahí está. ¡Un mensaje de CATAI TOURS! ¡Es Jesús! ¡Ojalá lo
haya conseguido! -Le digo a Marián, sin ocultar la excitación y ... cruzando los dedos
mentalmente. El corazón palpitaba loco. El mensaje 2 está entrando pero no podemos
esperar a que entren todos para leer el texto de éste. Desplazamos la ventana que indica
el status de la recepción para poder acceder al texto.
Lo leemos a la vez:
HOLA VICENTE Y MARIÁN !
ESPERO QUE ESTÉIS PASANDO UN OTOÑO DELICIOSO EN ASIA CENTRAL. HOY ME HA LLEGADO UN
MENSAJE DE INDUS GUIDES /PAKISTAN INFORMANDO QUE YA TENÉIS ARREGLADA LA ENTRADA A TRAVÉS
DEL TORUGAR PASS, A CHINA. ESPERO QUE TODO VAYA SOBRE "RUEDAS". ESTUVE ...
-¡Lo tenemos! ¡Jesús lo ha conseguido! -Fue realmente un gran
momento. Nos abrazamos de alegría. Hasta este mismo instante teníamos una espada de
Damocles (¡otra más!) sobre nuestras cabezas: la entrada a China. Estábamos en un
callejón sin salida avanzando por Asia Central hacia China sin esa confirmación. Los
trámites de entrada con vehículo a ese país son muy complicados, lentos y de resultado
imprevisible. Si la autorización no hubiese llegado a tiempo o nos hubiesen denegado la
entrada ... ¡nos habríamos quedado atascados en Kirguistán sin posibilidad de seguir
avanzando! La única solución hubiese sido rehacer toda la ruta hasta Irán, de nuevo un
montón de visados, de fronteras, de pesadillas, de ... ¡Pero teníamos vía libre! En
mitad de las arenas del Kara-Kum un satélite al que llamamos "nuestra buena
estrella" nos ha dado la buena nueva.
La ventana del status desaparece. La recepción ha terminado. Nos
"desenganchamos" del ordenador del Centro de Proceso de Datos de Ceuta. Ni
siquiera recogemos el equipo, queremos leer los demás mensajes primero.
Fue una buena noche, nos dormimos con la sonrisa esbozada en nuestros
rostros. Mañana entraríamos en Bukhara, el "Pilar del Islam".
EL PILAR DEL ISLAM
Avanzamos por Bukhara, todo está tranquilo. Nos detenemos delante de
1.000 años de historia: la fortaleza del Ark, impresionante. Penetramos entre sus muros a
través de su espectacular puerta y ascendemos a las almenas más altas. A nuestros pies,
toda la ciudad antigua con su manto de color tierra, desde ella emergen minaretes y brotan
domos recubiertos de azulejos, como enormes burbujas a punto de estallar. Rendimos
homenaje a su glorioso pasado: llegó a contar con más de 100 medersas (por las que
pasaron más de 10.000 estudiantes) y sus mezquitas, como brotes en primavera, iban
floreciendo por cada rincón. Por sus prestigiosos bazares pasaron comerciantes de todo
los rincones y sus numerosos caravanserais abrigaron a miles y miles de comerciantes y
viajeros. El s.X fue la época de su máximo esplendor, un alto ineludible en la Ruta de
la Seda. Su biblioteca real contenía más de 45.000 volúmenes y con la enciclopedia de
medicina escrita por Avicenas, Bukhara se convirtió en la capital intelectual de
Oriente... pero llegó Genghis Khan y acabó con todo su esplendor, tras él tan solo
quedaron campos de cadáveres y escombros. Durante trescientos años perdió su función
de villa santa y sus habitantes fueron menospreciados por su fanatismo y mentiras. Sus
aguas estaban corrompidas y expelían un horrible hedor...
Su historia continúa escribiéndose durante siglos con renacimientos y
conquistas y ahora a finales del s. XX nos reencontramos con ella. El mausoleo de Ismail
Samani (s.X) uno de los más antiguos monumentos del mundo a la memoria de una
personalidad musulmana o el minarete Kalan (el segundo más alto de Asia Central tras el
minarete de Konye-Urgench en Turkmenistán) y ante el cual, Genghis Khan quedo tan
asombrado que fue una de las escasas construcciones que no destruyó en su delirio.
Decenas de edificios históricos entre medersas, mezquitas y mausoleos representan uno de
los mayores centros arquitectónicos y de culto al Islam mejor preservados del mundo.
LA ESTRELLA BRILLANTE DEL ESTE
Y por fin llegamos a la joya de la corona del reino de Tamerlán, al
tesoro de Asia, a la perla de Ruta de la Seda: ¡ SAMARKANDA ! El propio Alejandro Magno
llegó a conocerla y cuando la conquistó dijo que era aun más bella de lo que había
imaginado. Turcos, árabes, persas, selyúcidas, ... todos la admiraron pero llegó ...
Genghis Khan y literalmente la borró del mapa en 1220. Pero la historia de Samarkanda se
refleja como antes de Tamerlán y después de Tamerlán. Tamerlán
fue el rey que la hizo resurgir de sus cenizas en 1.370, el que la embelleció y mimó
hasta límites insospechados, el que la convirtió en la capital de su reino y la
transformó de nuevo en una de las más bellas metrópolis de cuantas existían en el
mundo. Durante los siglos venideros su nieto Ulughbek y el Uzbek Shaybanids continuaron su
labor. "La estrella brillante del Este" seguiría deslumbrando sin apagarse. El
español Ruy González de Clavijo, en 1.403, realiza la más detallada descripción de la
Samarkanda de Tamerlán, un informe que entregó al rey Enrique III de Castilla y que
dando todo tipo de detalles la reflejaba como una belleza inalcanzable.
Aunque en Bukhara hay más edificios históricos, los de Samarkanda son
más impactantes. Su plaza del Registán es su tarjeta de visita. Cuando llegamos a ella
decenas de niños y niñas bailaban al son de música uzbeka. Por lo visto preparaban un
festival para celebrar un acontecimiento que no hubo manera de entender. Entre que solo
hablaban ruso y uzbeko, por mucho que se esforzaban y nos esforzábamos no había manera
de entenderlos. Tan sólo podíamos comprobar como el director perdía elegantemente la
paciencia (con razón) meciéndose el pelo, cuando las decenas de niños de entre 4 y 12
años iban cada uno por su lado. Tras una hora, y muy diplomáticamente, les daba las
"spasiba" (gracias en ruso) y les emplazaba para otro día. Pero el escenario
sí era perfecto y no podía reprochársele nada. Las medersas de Ulughbek (el nieto
astrónomo de Tamerlán que creó una de las mayores universidades islámicas), la medersa
Tilla-Kari (que significa Dorada) y la medersa de Chir Dor (del Tigre) se encuentran
frente a frente compitiendo en belleza.
Y más allá del Registán: librerías, centro de astronomía, bazares,
mausoleos, mezquitas, minaretes, ... todo construido en proporciones monumentales y
recubiertos con los azulejos persas de una riqueza de colorido fascinante. Cuando te
colocas delante de una de sus impresionantes mezquitas o medersas, custodiadas en sus
porticadas entradas por sus refinados minaretes es realmente de una belleza cautivadora.
Pero Tamerlán no era inmortal y tras participar en muchas de las
campañas que aumentaron su imperio, murió en el transcurso de una de ellas: intentaba la
conquista de China. Fue enterrado en un mausoleo construido por uno de sus nietos, donde
también se encuentra descansando junto a Ulughbek (su nieto astrónomo). El mausoleo de
Guri Amir "la tumba del soberano", tiene un impresionante domo en forma de gajos
de naranja que alcanza su máxima belleza cuando el sol llega a su cenit.
La leyenda cuenta que Tamerlán lanzó una premonición antes de morir:
"Si intentan sacarme de mi tumba, la tierra temblará". En el año 1941 (cinco
siglos después) la noche del 22 de junio entró en su cripta un antropólogo, Mijail
Guerasimov, para exhumar el cuerpo de Tamerlán. Al poco un sirviente entró corriendo
gritando que Minsk y Kiev eran bombardeadas y que el ejército de Hitler invadía Rusia.
Realmente tuvieron que ponérsele los pelos de punta porque Hitler estaba haciendo temblar
a la tierra.
Y fue en este bello y enigmático enclave donde desplegamos la bandera
de Ceuta y ante el mausoleo de los creadores de la mítica Samarkanda brindamos un
homenaje a nuestra tierra y a nuestra gente. La bandera del Explorer's Club de Nueva York
también presenció el momento, éste era el segundo de los objetivos marcados.
Samarkanda fue una ciudad mágica y sus hermosos edificios siguen
evocando pasajes de las Mil y una Noches pero está rodeada de una ciudad moderna que en
1924 inventaron los soviéticos, por ello preferimos seguir hechizados por la magia de su
pasado glorioso y marcharnos hacia nuevos horizontes.
¡Tampoco tenemos mucha elección! Nuestro visado se termina en unas
horas y no queremos ni pensar que pasaría si no llegamos a tiempo. Ya nos intentan
extorsionar cuando todo está en regla así que si tienen algo legal donde agarrarse ...
¡mejor ni pensarlo! Los viajeros individuales somos los "proscritos" para todos
esos países y nos intentan desanimar dando unos visados realmente patéticos pero ... no
desaniman a todos. En Uzbekistán hemos seguido con la táctica del "no me
entero", de nunca mostrar que tenemos prisa y de enseñar las pesetas cada vez que
nos intentaban sacar algo y ha seguido funcionando.
Pero nunca hay nada sencillo en estos países. ¡No había gasoil en
todo Samarkanda! y ya llevábamos 50 kilómetros con la reserva. Una hora tardamos en
conseguirlo y fue gracias a la amabilidad de los responsables de una empresa de autobuses
que nos permitió repostar en los surtidores de las cocheras privadas. Y además, muy
honrados, al precio oficial. ¡Una hora menos para alcanzar la frontera! No ganamos para
sustos.
Muchos controles en los ciento y pico kilómetros que nos separan de la
frontera. Todos con barrera pero todos "legales", comprueban la documentación,
son amables, ¡hasta sonríen!, nos preguntan de dónde somos, ... Todo va bien pero cada
control son de 10 a 15 minutos.
Once de la noche. ¡Lo hemos conseguido! Llegamos a la frontera. Tan solo nos ha sobrado
una hora. Respiramos aliviados pero todavía nos tiembla el pulso. Hemos gozado de la
belleza y misterio de los tres tesoros de la Ruta de la Seda y esa nueva bandera que vemos
ondeando en el otro lado significa que nos dirigimos a las estepas de
Kazajstán. Un
cambio radical.
EL SILENCIO DE LA ESTEPA
Siempre evitamos cruzar una frontera por la noche pero hoy es una
excepción, el corto visado uzbeko ha hecho que tengamos que aprovechar hasta la última
hora. La aduana está cerrada -cierran a las 9- pero eso no nos importa porque lo
importante era estar ahí antes de las 12 de la noche y lo habíamos conseguido. Si
tenemos que dormir ahí ... dormimos y arreglado. Pero estamos de suerte. Un joven oficial
nos dice que si los kazaks nos dejan pasar a estas horas por ellos no hay inconveniente.
Vamos todos juntos a la barrera de Kazajstán, el oficial de este nuevo país abre los
ojos en grande cuando ve que el pasaporte era español y esboza una sonrisa.
Ve que el visado está en regla y cotillea todos los demás para
hacerse una idea de la ruta. Sonríe de nuevo: "Long trip, no problem, welcome to
Kazajstán", nos dice dando los pasaportes al oficial uzbeko.
Entramos de nuevo en Uzbekistán con el oficial uzbeko. Nos conduce a
un pequeño despacho, a solas. Nos temíamos el número de la salida de Turkmenistán...
¡pero no!, sólo se limita a comprobar el visado e inscribir nuestros datos en el libro
de registro. Los nervios se relajan un poco, pero no hay que cantar victoria. Ahora quiere
ver el coche. Abrimos el portón trasero, examina algunas cajas. Sigue con el resto del
coche y tras mirar el reloj, indica que cerremos las puertas y que podemos marcharnos.
¡Libres!
Pero ahora viene los kazaks. El reloj debemos adelantarlo dos horas con
lo cual ya no son las once y media, de pronto nos encontramos con la una y media de la
madrugada. El papeleo comienza de nuevo. Un oficial con una chaqueta de cuero negro, muy
serio pero muy correcto, nos indica en un inglés básico que debemos hacer y que cuando
pasemos por el último despacho podemos marcharnos. Cuando acabamos uno de los policías
de aduana, nos dice que debemos pagar una tasa en dólares. Ya empezamos. Nos hacemos los
tontos, decimos "no dollar in Spain", los otros soldados nos miran, sonríen y
siguen a lo suyo. Les decimos adiós e intentamos salir pero el soldado sigue insistiendo
y ahora saca una calculadora para indicar la cantidad que hay que pagar en... ¡EUROS!
Alucinamos, nosotros tan solo sabemos el cambio aproximado del euro y aquí, en esta
remota frontera, tienen el cambio exacto y ya cotiza. "¡European money, give!"
nos dice señalando el nuevo número en la calculadora. De pronto se abre la puerta y
entra el oficial de la cazadora de cuero y le ve con la calculadora. Se sorprende al
vernos porque el funcionario del último despacho le dijo que los extranjeros ya habían
terminado. Se dirige a la mesa y comprende lo que pasa. Le da un manotazo a la
calculadora, grita al soldado y acto seguido se vuelve a nosotros pidiéndonos disculpas e
indicándonos que nos podemos marchar. ¡Un policía honrado! Tenemos un protector. No
podíamos creérnoslo y sin pensárnoslo dos veces cogemos el coche, estrechamos su mano,
le damos las gracias y nos marchamos. En la barrera otro soldado comienza con la misma
historia de dólares, de tangas (la moneda kazaks) y el oficial que aparece de nuevo y
abre el mismo la barrera, dedicándole una mirada inquisidora al soldado en cuestión.
Esto es de locos, para acabar con los nervios de cualquiera.
Por fin al otro lado, las tres de la madrugada y sin saber a dónde
dirigirnos. Estamos que nos caemos de sueño. Comenzamos a avanzar y por el camino
encontramos una "chaijana", casa del té. Recordamos a nuestro amigo Isaac, el
kazak del desierto y paramos para comprobar si su acogedor recibimiento se repetiría en
su propia tierra. En efecto, la dueña del local se lamenta que la cocina ya esté cerrada
pero nos permite acampar en el recinto exterior junto a su local.
LA TIERRA DE LOS HOMBRES LIBRES
Kazajstán es la república ex-soviética más grande de todas. La
cuarta potencia nuclear del mundo en cuanto a misiles atómicos emplazados en su vasto
territorio. Los físicos nucleares encontraron en esta infinita y estéril tierra un
laboratorio perfecto para sus pruebas nucleares. Una media de 15 bombas atómicas al año
estallaron entre 1948 y 1992. Se dedicaron literalmente a "sembrar" la estepa de
misiles tras el estrepitoso fracaso del plan agrícola. Inversiones millonarias, una
campaña de propaganda sobre "el nuevo granero soviético" pero tras dos
gloriosas cosechas de trigo todo se hundió, la tierra no daba para más. Ahí tan solo
podía crecer un fino manto de pasto, que era lo que los nómadas aprovechaban para sus
ganado. Eso se lo hubiesen podido decir los propios kazaks ...pero nadie les preguntó.
Una auténtica locura, como locura fue intentar que centenas de siglos
viviendo en libertad se olvidaran para obligar al mayor grupo seminómada del mundo a
trabajar en granjas colectivas. A finales de 1920 las leyes soviéticas quisieron
expropiarles sus ganados pero los kazaks prefirieron sacrificar a millones de caballos,
corderos, cabras y vacas antes que ver como los invasores se los llevaban. El desastre fue
irreparable. Los soviéticos los deportaron a campos de trabajo y los ejecutaron por
millares. Otros consiguieron huir y se refugiaron en China. Y otros aceptaron trabajar en
granjas colectivas pero no sabían cultivar la tierra y se dieron epidemias de hambre, sin
ganado y sin cosecha murieron también por millares. Los soviéticos, al final decidieron
crear grandes algodonales en las áreas regadas y sembrar "hongos" en las
demás. La gran estepa que durante siglos había sido surcada por los nómadas a lomos de
sus caballos mientras guiaban a su ganado se transformó en un arsenal atómico.
¡Escalofriante!.
Los kazaks, son los descendientes de las hordas de Genghis Khan. Su
propio nombre -kazak- significa jinete libre, aventurero, fuera de la ley y al igual que
las tribus turkmens, no olvidan su pasado tan drásticamente sesgado.
Pero tras conocer la espeluznante historia reciente de este país
queremos descubrir algo que aporte una nota de satisfacción en nuestro paso por
Kazajstán. Y a 165 km al norte de Shymkent, encontramos el único vestigio tangible y de
importancia de su pasado. Alejado de los campos de algodón y las marismas de sal que
brotan al borde del desierto de Kyzyl-Kum que hemos recorrido hasta llegar aquí
encontramos el mausoleo de Qozha Akhmed Yasaui (s.XV), en Turkistán.
Se trata de un profesor y poeta místico que se convirtió en el
primer hombre santo sunita turco, tras retirarse a la edad de 63 años a una celda bajo
tierra el resto de su vida como tributo al profeta Mahoma, muerto a esa misma edad.
Un inmenso jardín de rosas es la alfombra de bienvenida para el
venerado mausoleo. Se encuentra en plenas obras de restauración con financiación turca.
Pero de nuevo la cúpula turquesa es su mejor legado. Como una esfera incandescente brilla
intensamente bajo los rayos de sol y mitiga por su propia belleza la visión de la
solitaria estepa que la rodea.
Volvemos sobre nuestros pasos. Nuestra montura rodante cabalga por la
estepa. Seguimos por la cinta asfaltada que se abre paso por la planicie. La estepa se
hace infinita a la vista y será nuestro lecho antes que las rodadas de nuestro Montero
avance por las tierras de Kirguistán.
Montamos campamento cerca de Taraz (Kazajstán este) y vemos que hay
una entrada a Kirguistán muy cerca. El plan era entrar por el norte, directamente por
Bishkek (capital de Kirguistán), pero tras estudiar la ruta por Kazajstán para llegar a
ese punto, hemos llegado a la conclusión de que nos vamos a encontrar con una estepa con
idénticas características a los cientos de kilómetros que ya llevamos recorridos
Si lográsemos entrar por aquí tendríamos una ruta mucho más atractiva ... y
prácticamente virgen por tratarse una pequeña entrada, las rutas no habituales nos
fascinan porque siempre se encuentra la esencia del país. Pero ... (siempre hay
"peros") podría no estar abierta a los extranjeros aunque hasta ahora lo hemos
encontrado todo abierto. Pero ... el problema de verdad es que al acortar en un día la
ruta por Kazajstán ... ¡llegamos un día antes a Kirguistán! ¡Un día antes de que
comience la validez de nuestro visado! En teoría no nos deberían dejar entrar hasta el
día que marque el visado pero ... quizás no se den cuenta, quizás sean magnánimos,
quizás no haya ni control, quizás ... quizás deberíamos irnos a dormir. |
¡ LLEGAMOS A
SAMARKANDA ! Sacamos la bandera de nuestra ciudad para conmemorar este momento y
desplegamos los colores de CEUTA ante el mausoleo de Tamerlán, el monarca que la
convirtió en su capital imperial. Su obra y la de sus herederos es lo que los viajeros
contemplamos maravillados cuando entramos en esta ciudad con nombre de leyenda. (Detalle
en link).
Ruta por
Uzbekistán
Pero antes de
llegar a Samarkanda ... teníamos que hacer una larga y excitante ruta que pasaría por
Khiva y Bukhara. La ruta por Uzbekistán se inicia en el desierto de Kara-Kum, un
inhóspito desierto que surcaban las caravanas de la Ruta de la Seda.
Khiva ...
terroso por el adobe y brillante por sus azulejos será el primer alto.
Khiva, nada
más penetrar en su ciudadela fortificada vamos descubriendo sus tesoros. Cúpula del
mausoleo de Pahlavon Mahmood y minarete Islam Huja.
Khiva. Medersa
(escuela coránica) Mohamed Amín Khan.
De Khiva a
Bukhara ... de nuevo el desierto de Kara-Kum. Montamos el campamento entre sus arenas pero
como no es una zona segura elegimos una depresión del terreno y ... somos invisibles en
el "gran vacío".
Tan solo hace
falta una alfombra mágica surcando el cielo turquesa ... el resto de la magia de oriente
está ante nuestros ojos. Es Bukhara.
Músico uzbeko
tocando el "jijek", pequeño y curioso violín de Asia Central.
Nómadas de
otros tiempos desfilaron ante la resplandeciente medersa Ulughbek de Bukhara, ahora, los
nómadas del presente pisamos las mismas históricas losas que las antiguas caravanas de
la Ruta de la Seda.
La fortaleza
Ark de Bukhara, el legado de épicas historias medievales en Asia Central.
Llegada al Char
Minar ("cuatro minaretes"), una pequeña mezquita que rompe con todo lo visto
hasta ahora.
¿El agujero
del túnel del tiempo? Podría serlo perfectamente, estamos en SAMARKANDA. Ante nosotros,
la medersa Ulughbek de la plaza del Registán.
Medersa Cher
Dor, otra "cuenta" del collar de perlas de Samarkanda. (Detalles en link)
Plaza del
Registán de Samarkanda. La orientación (respecto al sol) de las tres medersas hace muy
complicada la foto pero el billete de 50 suom nos la representa tal como era hace siglos y
... ahora está exactamente igual. Tan solo ha cambiado el modo de vestir de sus
moradores. A la izquierda la medersa Ulughbek, en el centro la medersa Tilla-Kari y a la
derecha la medersa Cher Dor (también en foto).
Con la entrada
en la república de Kazajstán ... el entorno cambia drásticamente. El desierto ha
quedado atrás y se inicia nuestro avance por las infinitas estepas centroasiáticas.
Kazajstán
es
el "gigante" de todas las repúblicas de Asia Central, una gigantesca estepa con
muy pocos restos de culturas pasadas puesto que era "territorio nómada" desde
tiempos inmemoriales pero ... posee una "joya" al este del país, en Turkistán:
el mausoleo de Qozha Akhmed Yasaui (s.XV). Ver emerger sus cúpulas de deslumbrantes
azulejos sobre el color tostado de la estepa corta la respiración. (Más fotos en link).
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