x
post 1488x702

Crónica 76,

Chile central - Cabeza de fuego, pies de agua

Ruta : Ruta de los Imperios | País : Chile

Con Jorge Prieto y Víctor en las oficinas de Navimag en Puerto Montt. Es la última sede de esta gran compañía naviera que hallaremos en nuestro camino hacia el norte. Al dejar atrás la Patagonia y Chiloé también dejamos detrás los "dominios" de Navimag, donde sus barcos y los de Cruceros Australis ofrecen un increíble recorrido alternativo para conocer la otra cara de la Patagonia. Tras el trabajo de campo recorriendo Chiloé recalamos en sus oficinas de Puerto Montt para ordenar todo el material, actualizar el diario de viaje, clasificar y numerar fotografías, minutar vídeo y preparar el envío para la web. Si bien antes estas oficinas eran una importante ayuda, ahora, tras la amputación informática, son un apoyo vital para realizar nuestro trabajo. No sólo el hecho de disponer de un lugar tranquilo y confortable para realizar las funciones burocráticas inherentes a una ruta de estas características sino que la calidad humana del equipo de Navimag en Puerto Montt hace que nos sintamos como "en casa" los seis días que les tuvimos como "compañeros de trabajo".

Terminado el trabajo en Puerto Montt, la ruta se reactiva. Durante toda nuestra estancia en Puerto Montt las acampadas fueron duras puesto que todos los días estuvo diluviando. Nos acostábamos con lluvia, nos levantábamos con lluvia y así seguía todo el día. Ya estamos en el otoño austral y es lo normal en estas latitudes. El regalo vino el día que reemprendimos la ruta hacia el norte: ¡el cielo se abrió de repente y el manto azul que tanto amamos se adueñó del firmamento durante casi toda nuestra ascensión! Eso permitió que disfrutásemos de toda la ruta en su máximo esplendor. La primera etapa es el fascinante lago Llanquihue ... dominado por el imponente volcán Osorno. Al pie de la cordillera andina los lagos, como el gran lago Llanquihue (en la foto), aparecen diseminados como los enormes pies de agua de unos colosos que cuando se enfurecen arrojan fuego por sus fauces. Cada lago encierra la razón de ser de las gentes que pueblan sus riberas ... bajo los ojos vigilantes de los titanes volcánicos de capa blanca con incandescentes entrañas.

La reina del lago Llanquihue: Puerto Varas. Con un entorno de lago y montañas de gran belleza es más pequeña (unos 30.000 habitantes) y con menos servicios que Puerto Montt pero infinitamente más entrañable. A tan solo 17 kilómetros de autopista de la "gran urbe" es el lugar perfecto para vivir en estas latitudes. A mitad de camino entre ciudad y balneario ofrece unos edificios históricos realmente hermosos. En la foto, la casa Kuschel de 1.910..

Los orígenes de las iglesias de los lagos que ahora estamos recorriendo son muy distintas de las levantadas en Chiloé, nada más ver la iglesia del Sagrado Corazón de Puerto Varas nos damos cuenta de donde proviene la influencia de esta región. Entre el año 1.842 y 1.845 Bernardo E. Phillipi (recolector de fauna y flora chilena para el Museo de Berlín) exploró para el gobierno chileno los lagos interiores de la zona de Osorno y Llanquihue. En 1.848 Phillipi fue nombrado Agente de Colonización en Alemania para promover la emigración hacia la zona de Valdivia. Dos años después Vicente Pérez Rosales fue nombrado Agente de Colonización en Valdivia para distribuir tierras a los colonos alemanes. Estos dos personajes fueron los impulsores de la colonización en el sur de Chile y al descubrir el lago Llanquihue tan cerca del mar lo convirtieron en uno de sus principales objetivos. Ahora no hay más que pasearse por las ciudades que se crearon en sus orillas para captar inmediatamente el ambiente germánico que se respira por todas ellas. La iglesia del Sagrado Corazón (en la foto y construida en 1.915 en madera de roble) es un ejemplo de esta colonización.

Los orígenes de las iglesias de los lagos que ahora estamos recorriendo son muy distintas de las levantadas en Chiloé, nada más ver la iglesia del Sagrado Corazón de Puerto Varas nos damos cuenta de donde proviene la influencia de esta región. Entre el año 1.842 y 1.845 Bernardo E. Phillipi (recolector de fauna y flora chilena para el Museo de Berlín) exploró para el gobierno chileno los lagos interiores de la zona de Osorno y Llanquihue. En 1.848 Phillipi fue nombrado Agente de Colonización en Alemania para promover la emigración hacia la zona de Valdivia. Dos años después Vicente Pérez Rosales fue nombrado Agente de Colonización en Valdivia para distribuir tierras a los colonos alemanes. Estos dos personajes fueron los impulsores de la colonización en el sur de Chile y al descubrir el lago Llanquihue tan cerca del mar lo convirtieron en uno de sus principales objetivos. Ahora no hay más que pasearse por las ciudades que se crearon en sus orillas para captar inmediatamente el ambiente germánico que se respira por todas ellas. La iglesia del Sagrado Corazón (en la foto y construida en 1.915 en madera de roble) es un ejemplo de esta colonización.

Abrirse camino hasta el lago Llanquihue cuando todo era selva fue una desgarradora proeza, incluso desaparecían peones entre el enmarañado y espeso bosque para nunca más saber de ellos. Diez años tardaron en despejar las tierras donde ahora podemos contemplar las bellas mansiones que se construyeron en lugares remotos. "Casonas de campo" que reflejan el auge económico que llegaron a alcanzar los agricultores germánicos que se asentaron por estos agrestes parajes.

Llegamos de noche a Puerto Octay y acampamos al sur de esta villa, en una solitaria bahía del lago Llanquihue protegida por la península Centinela del lago Llanquihue. Una noche memorable durante la cual volvimos a presenciar uno de los amaneceres de luna llena que tanto nos sobrecogen ... con el espectáculo añadido de rielar descaradamente sobre las aguas del lago. A la mañana siguiente iniciamos la visita de este nuevo pueblo lacustre. El nombre de Octay viene del almacén de Cristino Ochs que estaba muy bien surtido. La gente del pueblo decía "donde Ochs hay" y de esta forma acabó oficializándose el nombre de Octay para el pequeño asentamiento que fue floreciendo. La iglesia y las casonas todavía nos siguen diciendo que estamos en "zona germana".

Los cuerpos de los primeros colonos alemanes y sus descendientes descansan en un lugar privilegiado en puerto Octay, mirando hacia el lago Llanquihue que los acogió y hacia el volcán Puntiagudo (2.190 m.; a la izda) y el volcán Osorno (2.652 m.; a la dcha) que los arropó. Una vista realmente magnífica para la eternidad.

A cada colono se le entregaba una serie de franquicias a largo plazo que incluían 75 cuadras de tierra, más 12 por cada hijo, habitación gratuita en el puerto hasta la entrega de la chacra (granja), 1 yunta de bueyes, 1 vaca parida, 500 tablas, 1 quintal de clavos, algún dinero mensual, asistencia médica gratis, medicamentos durante un año, título de dominio con la condición de construir una casa y cercar 2 cuadras, y ciudadanía chilena a quienes la solicitaran. Es lo que ofrecía el gobierno chileno para colonizar con europeos, básicamente alemanes, unas tierras casi inexploradas (los conquistadores españoles nunca se interesaron por ellas y apenas realizaron incursiones) que les permitiera aprovechar los recursos que ofrecía y hacer soberanía sobre tierras que su vecino argentino podría anhelar..

Regresamos a la "civilización" durante dos días porque hay una ciudad que merece una escapada desde las tierras del agua y el fuego: Osorno. Fue fundada por el español Francisco de Villagra en 1.553 por orden de Pedro de Valdivia. Pero en 1.604, tras cuatro años de resistencia a la rebelión encabezada por el cacique mapuche Pelantaro, se abandonó la ciudad con las industrias y granjas que se habían levantado ... y que fueron arrasadas inmediatamente por los mapuches. En 1.792, casi dos siglos después, se resdescubrieron sus ruinas y se volvió a levantar sobre sus cenizas. Aunque sus más bellas mansiones, como casa Stuckrath de la fotografía, proceden de la época colonial alemana del final del siglo XIX y principios del siglo XX..

Me subo a las murallas del antiguo fuerte y casi me siento en un sector de la fortaleza de Ceuta, hasta la garita es similar. Pero esta semejanza no es casualidad. Sabemos que no es casualidad gracias a los informes de nuestro amigo Pepe Gutiérrez, tan estudioso de todo lo relacionado con Ceuta. Nos comunicó algo que hay que indagar en profundidad para saberlo puesto que no suele venir en los libros convencionales sobre la historia de Osorno. Las piedras que piso en este momento pertenecen al fuerte de Maria Luisa, diseñado y construido por un paisano nuestro: el ilustre ceutí don Manuel Olaguer Feliú de Olorra, ingeniero de los Reales Ejércitos Españoles y nombrado en 1.794 primer gobernador de la ciudad chilena de Osorno (tras ser reconstruida y repoblada tras su destrucción en 1.604). Dominando un recodo del río Rahue, fue bautizado como fuerte Reina María Luisa en honor a la esposa del rey español Carlos I de España y V de Alemania .

Tras Osorno nos adentramos de nuevo en la naturaleza. Los ojos se recrean en lagos como el Puyehue, el Ranco (aunque en esta ocasión llovía a muerte) o el gran volcán Puyehue de 2.240 metros. Incluso nos permitimos una escapada a Argentina para verlo del otro lado y de este modo también renovamos el visado chileno. Cuando se entra se tiene derecho a tres meses de estancia pero la minuciosidad del recorrido y las bellezas que vamos contemplando nos han ido demorando y demorando. Esta entrada y salida de Chile nos permite terminar la ruta chilena sin el agobio de tener que salir en una fecha cerrada ... y no tan lejana. Seguimos nuestra ascensión hacia el norte hasta llegar al lago Panguipulli (en la foto y de nuevo con tiempo expléndido), otro Edén lacustre. Aunque una expedición del español Pedro de Villagra divisara el lago en el año 1.553, la población que ha vivido a sus orillas, incluida la autóctona mapuche, fue siempre muy escasa. Fue realmente en 1.900 cuando comenzó a poblarse por los colonos germanos. El volcán Choshuenco (2.415 metros; al fondo de la foto) es el coloso dormido que escolta este lago.

"La colectividad árabe de Panguipulli en homenaje a la Virgen del Carmen", una curiosa leyenda para un monolito que eleva una estatua de la Virgen del Carmen en la iglesia del pueblo de Panguipulli, a orillas del lago homónimo. La iglesia está sorprendentemente levantada al estilo de la iglesia de Berna, de donde procedía el padre capuchino Bernabé de Lucerna que fue quien la mandó construir. Pero otra colonia más reciente que la europea se ha instalado en la ciudad: los árabes. En una generalización errónea al asociar árabes (una raza) con musulmanes (una religión) cuando un pequeño porcentaje de los árabes son cristianos. Nos encontramos que un alto porcentaje de los árabes que han elegido Chile para iniciar una nueva vida son cristianos, mayoritariamente del Líbano (el 27% de los libaneses son cristianos) y algunos de Siria (el 10 % de la población siria es cristiana pero se dan también caos como el de Carlos Saúl Menem, ex-presidente argentino, que aunque nacido en Argentina fue educado como musulmán suní debido a sus orígenes sirios pero se convirtió al catolicismo en su adolescencia).

Avanzamos por las pistas ripiadas para alcanzar nuevos lagos y nuevos volcanes. Son pistas que han fusionado su tierra con las cenizas que en otro tiempo lo cubrieron todo al explotar convulsivamente las profundidades de la tierra y arrojar sus entrañas a la superficie. El lago Calafquen (en la foto), que forma parte del territorio de los Siete Lagos que estamos recorriendo, nos muestra orgulloso sus penetrantes aguas azules en este día intensamente soleado. Cuenta también con su propio centinela al otro lado de la frontera: el volcán argentino Lanín, un volcán extinto con 3.747 metros de altura (en la foto).

Tras muchos botes y tragar mucho polvo por la trastienda de los lagos y volcanes alcanzamos otro de los grandes escenarios chilenos: el lago Villarrica y su solemne volcán homónimo de 2.847 metros de altitud. Las intermitentes fumarolas que parten de su perfecto y precioso cono indican sin lugar a dudas que está todavía en activo, como le ocurre a muchas de estas pirámides naturales de poder. A lo largo de toda la zona andina que atraviesa de norte a sur a Chile los volcanes activos se prodigan sin cesar. Estas calderas de magma están cubiertas de nieve y cuando se desperezan ... la temperatura derrite violentamente la nieve y se provocan grandes corrimientos que arrastran lodo, arenisca volcánica y árboles. Estas avalanchas son las que causan mayor destrucción. Tras el "baño" ... la lava avanza lenta pero incendiando todo a su paso..

Pero el Villarica tiene un hermano mayor de 3.060 metros más nervioso que él. Ahora nos encontramos en el Parque Nacional de Conguillío hogar del volcán Llaima "el Resucitado" (en la foto), un volcán que tiene muy mal despertar. Durante el siglo XX se ha encolerizado en 22 ocasiones, pero los indígenas ya lo vieron enojarse la primera vez en 1.640. Por las cenizas que en su última erupción de 1.994 dejó tras de él avanzamos las ruedas de nuestro Montero pero el ciclo de vida y muerte nos rodea al ser envueltos por los bosques..

Cenizas, cenizas y más cenizas. Las pistas se abren paso entre las cenizas de la última rabieta del temperamental Llaima y nos acercamos a las aguas esmeraldinas de la Laguna Verde, formada por una lengua de lava que cerro el paso al río y creó esta hermosísima estampa..

Tras avanzar a campo descubierto por las cenizas y las escorias volcánicas nos internamos por sucesivos bosques de coigües, robles, cipreses y sobre todo de araucarias, un árbol genuinamente andino. Algunas pueden tener la friolera edad de 1.200 años de antigüedad. Bajo su milenaria sombra montamos el campamento y nos tomamos un respiro del ripio de sus caminos. ¿Y el despertador ...? Un madrugador pájaro carpintero con su llamativa cabeza de intenso color rojo nos despierta intentando agujerear el tronco de una de las viejas araucarias que nos cobijaron durante la noche.

El río Bíobío (el más largo de Chile y que marcaba el límite sureño del Imperio Español en Chile) nace apaciblemente en el lago Galletué (en la foto). Seguimos su curso en nuestro ascenso hacia los dominios del volcán Lonquimay por donde existen pequeños asentamientos mapuches-pehuenches. Intentamos acercarnos a ellos en varias ocasiones, pero son muy recelosos y herméticos. Durante nuestro recorrido nos encontramos con una ceremonia ritual al aire libre en la cual pedían a sus dioses que les obsequiará con lluvias pues sufrían una prolongada sequía. Pero aunque amablemente nos explicaron muy someramente el motivo de la ceremonia (y a pesar de encontrarnos completamente solos) no nos permitieron en ningún momento que nos acercásemos y nos mantuvieron explícitamente distantes y excluidos. Vislumbramos los bailes con hombres ataviados con trajes y tocados de plumas y los desfiles con la ayuda de los prismáticos.

Los mapuches se autodenominaban con este término que significa "hombres de la tierra". La recolección de piñones de araucaria ha sido una de sus principales actividades y base de su alimentación por este motivo los conquistadores le llamaron araucanos. No constituían pueblos ni aldeas solo se agrupaban en clanes familiares. Tenían sentido de la propiedad privada sobre los bienes íntimos pero no sobre la tierra o los animales. Cuando un lugar disminuía su rendimiento lo abandonaban y se marchaban a otro. En el actual siglo XXI existe un fuerte conflicto entre los mapuches y el gobierno chileno por las reclamaciones que los indígenas hacen de la tierra. Un problema que se torna en ocasiones especialmente virulento con manifestaciones violentas en algunas ciudades de la región del Bíobío.

Rodeamos un nuevo hijo de la furia: el volcán Lonquimay de 2.885 metros y cuya última erupción tuvo lugar en 1.994. La cercanía de esa fecha es lo que provoca que todo su entorno se halle desolado, repleto de formaciones de lava rodeadas de cenizas y el polvo envuelva nuestro avance o se creen muros negros cuando se levanta el viento. Será nuestro último alto ante los guerreros de la "cordillera volcánica activa", un tramo de la cordillera de los Andes que se extiende desde esta temperamental montaña de ardiente vientre hasta el volcán Hornopirén en el sur, con un eje longitudinal de casi 400 kilómetros..

La placidez de la acampada bajo las araucarias del Parque Nacional Conguillío no se repitió en el campamento montado a los pies del desolado volcán Lonquimay. Fue una noche muy fría (estábamos a 2.500 metros de altitud) y el viento nos zarandeó violentamente toda la noche. Por la mañana, un día radiante y tranquilo nos quiere hacer creer que "no pasó nada" pero nuestro Mitsubishi Montero cubierto de ceniza guardó fiel testimonio de lo vivido durante la agitada noche.

Pero si durante la noche el espíritu del Lonquimay nos torturó, bajo los rayos del sol nos subimos a su "chepa". Ascendemos por su falda hasta donde nos es posible para sentir esta fiera bien cerca y dominar desde sus ojos toda la cordillera de fuego. Allí están todos, ese rosario de volcanes como el Tolguaca, el Llaima (a la derecha de la foto), el Callaqui, el Copahue, ... y pronto las cenizas sobre las que rodamos nos llevaran hasta las mismísimas nieves que encanecen el cráter del senil volcán.

En las alturas, el Lonquimay parece querer esconder sus canas bajo el tinte natural de las cenizas que el mismo escupe. La nieve aparece a poco que se excave en las cenizas y largos estratos helados surgen cuando hay un corrimiento de cenizas.

Tras los campos de batalla antracita de los últimos caudillos de la cordillera volcánica activa ... el salto de Laja, una explosión de vida y fiesta de agua multicolor. Un perfecto broche final para terminar esta etapa de fuego y agua, de devastación y resurgimiento..

Mañana entramos en Santiago, nos esperan varias semanas de trabajo porque desde que partimos de Puerto Montt no hemos podido trabajar en condiciones. Llegamos en precario a la capital de Chile, el quedarnos con un solo ordenador (y roto) nos ha alterado mucho los planes pero un cartel de la carretera nos devuelve el optimismo ... y nos arranca una sonora risa. El indicador de dirección nos anuncia un pueblo con un nombre realmente singular: "Peor es nada". Y es cierto, vamos a él y existe, no es una broma. Un minúsculo compendio de casas cuyos habitantes llamaron (con humor) ... "Peor es nada". Efectivamente, nos aplicamos el cuento, nuestra capacidad de trabajo ha sido muy menguada pero gracias a las oficinas de Navimag conseguimos reducir los retrasos y gracias a Cristian el Olivetti volvió a renacer totalmente operativo (un milagro) para el estado en que se halla. Realmente hemos salido del paso gracias una vez más a los amigos del camino. Informáticamente estamos muy mal pero ... ¡peor es nada!

Mañana llegamos a Santiago y prepararemos con nuestros amigos Juan Pablo y Pablo la próxima etapa chilena: el norte. Se trata del mismo país pero por lo que hemos leído y visto ... es otra dimensión de Chile. Totalmente distinto a lo vivido hasta ahora: desiertos de sal, géiseres, el primer contacto con el altiplano, remotos pueblos y oasis encajados en áridos cañones, colinas que hablan del pasado mediante dibujos, ... y el lago más alto del mundo. Queremos descansar un poco pero a la vez queremos partir de inmediato.

Nuestro más sincero agradecimiento a Navimag y Lan Chile cuya colaboración y asesoría han sido imprescindibles para la consecución de los objetivos de la expedición en Chile.

Resto de crónicas de la ruta

Acerca de los expedicionarios

about

Te presentamos a tus compañeros de viaje

Vicente Plédel y Marián Ocaña son dos aventureros ceutíes con una prestigiosa trayectoria de rutas de exploración a través del mundo y entre los dos cubren todos los aspectos que requiere una expedición.