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Crónica 1,

Arenas Cautivas (República Árabe Saharaui Democrática - Ocupada por Marruecos)

Ruta : Reinos Perdidos de Africa | País : Marruecos

La Ruta Reinos de África nos apasionó desde que comenzamos a obtener información sobre esta parte del continente africano, tan desconocido como accesible por tierra desde España.

Vamos leyendo sobre su historia, su geografía, sus leyendas, sus pueblos... y poco a poco una ilusión incontrolada hace que comencemos a preparar un viaje hacia los dominios de las arenas, las junglas y los mares.

Todos los obstáculos que van surgiendo durante los preparativos, ya sean administrativos o la propia guerra de liberación en el Sáhara, son superados por las ansias que crean las sugestivas imágenes que rondan nuestras mentes y que nos impulsan a la consecución de nuestro primer objetivo: llegar por tierra a la frontera mauritana.

Marruecos y el antiguo Sáhara español son las etapas previas y obligatorias para lograr comenzar la ruta mauritana. Para nosotros, se trata tan solo de unas tierras de paso... pero no podemos resistir la tentación de visitar los puntos más emblemáticos de la antigua colonia española llamada Sáhara y que en vez de liberarla mediante la independencia... fue vergonzosamente entregada a Marruecos para desgracia del pueblo saharaui. Sidi Ifni, El Aaiún, Villa Cisneros... unas ciudades rebautizadas por Marruecos, en cuyas calles todavía aparecen viejos edificios de la era española.

Pero su aspecto dista mucho al de antaño, son tan sólo siluetas del pasado que presentan un aspecto ruinoso al haber sido condenados al abandono y al olvido. Desde la ocupación marroquí el ambiente que se respira es una mezcla de inquietud, misterio y letargo.

En Sidi Ifni, ciudad de los años treinta, cohabitan el estilo español y marroquí en las numerosas fachadas de viejos edificios que aun permanecen en pie. Algunos antiguos edificios administrativos o religiosos aun pertenecen al estado español pero languidecen y se deterioran lentamente.

El paso del tiempo y el desdén con el que los miran sus habitantes han conseguido que adquieran ese aspecto fantasmal donde incluso a las palmeras no les queda un soplo de vida. Parece que nadie se atreviera a acercarse a esas viejas casonas, como si los fantasmas del pasado aun la habitasen. Recorriendo sus calles aun permanece la impronta colonial colgada de sus fachadas, con un claro sabor español se pueden leer carteles como el del popular hotel "Suerte Loca".

Nos vamos alejando de este antiguo enclave por un asfalto que se va haciendo más y más solitario a medida que avanzamos hacia el sur. La capital del Sáhara, Laayoune, nos da la bienvenida con un continuo desfile de vehículos blancos de las Naciones Unidas que llevan años custodiando y esperando un referéndum que nunca llega.

La capital entera ha sido remodelada y ya es difícilmente reconocible... pero en los barrios españoles se respira un ambiente mezcla de inquietud, misterio y letargo. Entre túnicas saharauis, chilabas marroquíes e infinidad de uniformes militares con sus respectivos controles vamos avanzando hasta Dakhla por toda la costa saharaui. Nuestro entorno sobrecoge, bordeamos un rosario de acantilados que se precipitan abruptamente hacia el mar.

Golpeados una y mil veces por las olas que dejan en cada estrato la furia de sus golpes y conforma un espectáculo cautivador que nos abandona cuando desviamos nuestro rumbo hacia la antigua Villa Cisneros. Dakhla, su actual nombre, se emplaza en el extremo de una península arenosa. A la entrada de la ciudad un camping nos da la bienvenida y nos sirve de campamento para establecernos mientras formalizamos el papeleo exigido para poder avanzar hasta la frontera mauritana.

Es el punto de encuentro de todos los vehículos dispuestos a vivir la experiencia de conocer un nuevo territorio. Tan sólo un día de interminables trámites con la policía, ejército, aduaneros y 450 km que nos separa de la ansiada frontera. Los viajeros inquietos que deseamos conocer Mauritania vamos entablando amistad en Dakhla y vehículos de todas las nacionalidades van apareciendo como por arte de magia en este remoto lugar.

No sabemos cuando se nos permitirá salir hacia la frontera, la espera puede ser de un día o de una semana. Unos se entretienen revisando y poniendo a punto los vehículos, otros se van de pesca, a nadar a las playas o a practicar el 4x4 en las hermosas dunas cercanas para luego acampar en medio de las arenas.

Por fin llega el día tan esperado y se organiza una caravana con los más de 20 vehículos y motos que estamos en espera. Los militares nos acompañarán para controlar y supervisar constantemente que la caravana permanezca unida y que nadie se aparte de ella. Pero será difícil que alguien quiera separarse puesto que todos los integrantes del convoy hemos tenido que entregar nuestros pasaportes para evitar "fantasías aventureras" que podrían acabar pisando una de las infinitas minas que yacen abandonadas en este desolado rincón del mundo.

El ritmo es lento, lentísimo, toda la columna ha de circular detrás de un destartalado Land Rover cargado hasta límites insospechados y que parece querer caerse a cachos ante nuestros propios ojos. Ni siquiera llegamos a la frontera mauritana, los militares nos instalaron junto a un acuartelamiento del ejército y allí mismo toda la caravana acampó con sus propios medios. Al día siguiente penetramos en la "tierra de nadie" entre Marruecos y Mauritania, el asfalto ya no es más que una ilusión de días pasados.

La franja de tierra que nos encamina a Nouadhibou son 50 km de arenoso y traicionero desierto donde tan sólo la continua presencia de soldados mauritanos y pequeños fortines rompen la quietud de este fantasmagórico recorrido. Una minúscula y ruinosa caseta verde de madera en medio de la nada es el "edificio oficial" de la frontera mauritana y nos marca el inicio de un martirio a base de impresos, controles, declaraciones, burocracia y algún que otro "cadeau" obligatorio. Desde nuestra salida de Dakhla han transcurrido 3 días pero el primer objetivo ha sido cumplido: llegamos por tierra a Mauritania.

Resto de crónicas de la ruta

Acerca de los expedicionarios

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Te presentamos a tus compañeros de viaje

Vicente Plédel y Marián Ocaña son dos aventureros ceutíes con una prestigiosa trayectoria de rutas de exploración a través del mundo y entre los dos cubren todos los aspectos que requiere una expedición.