Una nueva frontera pero no nuevas alturas ni mayor bienestar para una población martirizada por la corrupción de sus sucesivos gobernantes. Desde los 3.000 y 4.000 metros de altura de las pistas que arañan las montañas divisamos fértiles valles que anidan al regazo de los poderosos picos andinos, pero sus frutos y cosechas parecen no ser suficientes para mantener a sus pobres campesinos.