¿Simples islas en el agua? Nada de eso, no existe la normalidad en el lago Titicaca. Si bien las leyendas fantasiosas del origen del Imperio Inca dan un toque romántico al lago, la realidad es la que realmente nos ha sorprendido. Los indígenas uros son los artífices de esta adaptación humana de los nidos de las taguas en el lago Chungará (CRÓNICA 78). Los uros, con las plantas de alta flotación llamadas totoras, han creado lo mismo que las taguas: hogares flotantes. No palafitos como tantas veces hemos visto a lo largo del mundo, auténticas islas flotantes sin sujeción al fondo del lago. Así son las islas de los uros en el lago Lago Titicaca. Construyen la isla al tamaño deseado y sobre ellas levantan sus casas, crían sus gallinas, juegan los niños, tienen sencillos colegios, secan el pescado al sol en su suelo y ... amarran sus barcas para poder visitar a los vecinos, pescar o ir a comprar o intercambiar productos a tierra firme. De esta forma constituyen un complejo de islas flotantes elaboradas con sus propias manos. Impresionante pisar esas islas y ver que el suelo pajizo se bambolea y en algunos sitios ... si estás mucho tiempo parado ... acabas con agua hasta los tobillos. El agua va reblandeciendo la totora y regularmente tienen que poner más capas para no acabar "a la marinera".

 

La sensación fluctuante que produce andar sobre el suelo de totora de las islas flotantes es singular. Deben estar bien tupidas y trenzadas para no acabar chapoteando en las aguas del lago.