Pero hablar de más de dos mil santuarios en pie no es un número, es un acontecimiento. El número ya lo sabíamos antes de llegar y nos hicimos una idea de lo que podía ser pero ... ¡nada que ver con la realidad! Y si rememoramos el pasado es todavía más increíble. Cuando Marco Polo estuvo en la ciudad, hacia 1.298, nos cuenta que sus estupas y torres estaban recubiertas de oro y plata con los más exquisitos bajorrelieves adornándoles, sigue diciéndonos: " (...) es uno de los lugares más hermosos del mundo, soberbio y suntuoso, con un refinamiento extremo en sus acabados. Acariciados por la luz del sol, brillan como mil fuegos y su resplandor es divisado desde muy lejos". En la foto la estupa dorada Shwezigon.