Hemos alargado nuestra estancia en Yangon y concluimos nuestro periplo con el encuentro de la vida cotidiana de la mayor ciudad de Myanmar, buscamos los restos coloniales en el casco antiguo, subimos a las arcaicas guaguas y nos paramos en tenderetes donde curanderos (en la foto) prodigan las cualidades de su extraña mercancía expuesta en una tela sobre la acera (en su mano, los enormes testículos de no sé qué bicho y que debía de tener unos poderes tremendos para no sé qué cosa, a juzgar por el interés que despertó en su audiencia).