Todavía con el sabor
fogoso del Pimai partimos hacia las montañas. Desde Luang Prabang nos
dirigimos a la zona tribal de Muang Sing. Durante los días que vamos
surcando las montañas del norte gozamos de espectaculares paisajes de
montañas con exuberante vegetación, ríos que resplandecen bajo el sol
mientras sesgan la tierra y cuevas que son las cuencas vacías de los
inexistentes ojos de los cerros calcáreos. Los pueblos que van surgiendo
son casi idénticos, levantados sobre pilotes toda la arquitectura es de
madera, bambú y hojas de palma. Nos vamos acercando al Triángulo Dorado.
Tailandia, Birmania y Laos son las partes que componen este triángulo
donde el cultivo del opio, desde épocas ancestrales, trae de cabeza
("oficialmente") a las autoridades de los tres países.
La mayoría de las cabañas se levantan sobre pilotes con la doble intención de
tener una planta baja al aire libre que les sirve de establo a la par que en
caso de riada
las aguas no se lleven la choza por delante. Las escuelas están
siempre a las afueras del pueblo y las clases básicas duran nada más hasta las
diez u once de la mañana, el campo y el cuidado del ganado necesitará el resto
de la jornada de los niños.