El espíritu budista
continúa extendiéndose como un reguero de pólvora invisible por los
otros muchos santuarios que contagian su devoción por las calles de la
ciudad. Uno tras otro, los vat nos van cautivando, todos tan parecidos y
todos tan distintos, cada uno de ellos ha puesto su granito de arena para
que la UNESCO decidiese declarar a la villa Patrimonio de la Humanidad. En
la foto el Vat del Palacio Real.
Vat Saen.
Vat Xieng Thong.