Mientras la historia se cobija en las viejas y castigas paredes de los vetustos santuarios imperiales, el pueblo llano sigue adelante como puede. Algunos poblados de esta zona, como el de Kenh Ga, lo hacen mecidos por las indulgentes aguas de los canales y lagunas que riegan los campos. Aguas que dan cobijo a vida propia, arriba y abajo. Abajo, por los peces que alimentan a los de arriba, donde las barcazas de los nativos lo son todo para ellos: su vivienda, su instrumento de pesca, su transporte... Los niños aprenden antes a moverse en el río que a gatear por la tierra. Los trozos de redes raídas serán sus primeros y quizás únicos juguetes antes que aprendan sagazmente a usarlas para poder comer cada día.

Pesca en los alrededores de Ken Gha.