El Pueblo de Hoa Lu descansa al amparo de los mismos gigantones calcáreos que dominan la zona. Pero este pequeño enclave acoge los restos de lo que fue una gigantesca ciudadela imperial de 3 kilómetros cuadrados. Las murallas guardaban celosas los templos, santuarios, salas de recepciones y palacio que la dinastía Dinh (968-980) levantó en este arropado paraje hace once siglos. Dominando el valle, el añejo monte Yen Ngua es el testigo que podría seguir deleitándonos con las historias que allí se vivieron puesto que tan sólo dos santuarios han sobrevivido a los tiempos de gloria. En su interior las imágenes imperiales de Dinh Tien Hoang (en la foto) y sus tres hijos aparecen inmutables a los siglos transcurridos, cegadas por el incienso que los fieles siguen quemando a sus pies inquebrantablemente.

Ciudadela imperial de Hoa Lu. Emplazamiento del trono imperial exterior.