Cruzamos el paralelo 17, el recién estrenado siglo XXI lo ha convertido en historia del siglo pasado. Los vastos y deslumbrantes arrozales siguen acaparándolo todo con su fuerza arrolladora y las nubes que planean sobre nosotros siguen su curso sin importarles los límites que los hombres trazaron en otros momentos de la historia. Todo es un remanso de paz, la población campesina (a diferencia de la urbana) es encantadora. Nos adentramos con placer por las pistas que sesgan los arrozales.